Algunas leyendas japonesas nos narran el origen de algunas celebraciones y tradiciones, como la leyenda de Tsukimi, la cual explica la tradición de observar la Luna el primer día del otoño. Dice la leyenda que había una vez un anciano peregrino se encontró un día con varios animales, como el mono, el zorro o la el conejo. Agotado y hambriento, les pidió ayuda para conseguir alimento. Mientras que el zorro cazó un ave y el mono recogió frutos de los árboles, el conejo no conseguía nada que el ser humano pudiera comer. Viendo al anciano tan agotado y débil, el animal decidió encender un fuego y lanzarse a él, ofreciendo su propia carne como alimento. Ante el noble gesto, el anciano reveló su verdadera identidad: se trataba de una poderosa deidad, la encarnación de la propia Luna, la cual decidió recompensar el gesto del conejo llevándolo a la Luna junto a él.
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